domingo, 1 de abril de 2012

AUTENTICIDAD


LAS MENTIRAS MÁS DEVASTADORAS PARA NUESTRA AUTOESTIMA, NO SON TANTO LAS QUE DECIMOS, COMO LAS QUE VIVIMOS.


Vivimos en una mentira, cuando desfiguramos la realidad de nuestra experiencia o la verdad e nuestro ser.
Buena autoestima exige coherencia, lo cual significa que el sí-mismo interior y el sí-mismo que se ofrece al mundo deben concordar.
Si elijo falsear la realidad de mi persona, lo hago para engañar la conciencia de los otros (y también a la mía propia). Lo hago porque considero inaceptable lo que soy. Valoro cualquier idea de otro por encima de mi propio conocimiento de la verdad.
Mi castigo es que atravieso la vida con la atormentada sensación de ser un impostor. Esto significa, entre otras cosas, que me condeno a la angustia de preguntarme eternamente cuándo me descubrirán.
Primero, me rechazo mí mismo; esto está implícito en el hecho de vivir mentiras, en el de falsear la verdad de mi persona.
Después, me siento rechazado por los demás, o busco posibles signos de rechazo, para lo cual soy generalmente rápido.
Imagino que el problema se plantea entre los demás y yo.
No se me ocurre que lo que más temo de los otros ya me lo he hecho a mí mismo.

La honestidad consiste en respetar la diferencia entre lo real y lo irreal, y no en buscar la adquisición de valores mediante el falseamiento de la realidad, ni la consecución de objetivos pretendiendo que la verdad es distinta de lo que es.
Cuando intentamos vivir de una manera poco autentica, siempre somos nuestra primera víctima, ya que, en definitiva, el fraude va dirigido contra nosotros mismos.

Digamos que vivir auténticamente no significa practicar una sinceridad compulsiva.

No significa anunciar cada pensamiento, sentimiento o acción posibles, sin tener en cuenta si el contexto es apropiado o no, o su relevancia.

No significa confesar verdades de manera indiscriminada.

No significa dar opiniones que no nos han pedido sobre el aspecto de otras personas,
ni formular -necesariamente- críticas exhaustivas, aunque nos la hayan pedido.

Por otro lado, debemos reconocer que la mayoría de nosotros hemos sido educados casi desde el mismo día en que nacimos, para no saber qué es vivir auténticamente.


Muchos jóvenes llegan a la conclusión de que crecer significa aprender a aceptar la mentira como algo normal, es decir, aceptar y admitir la irrealidad como un modo de vida.

Pero si nos entregamos a esta forma de sacrificio mental, si nos permitimos ser gobernados por el miedo, si adjudicamos más importancia a lo que creen los otros que a lo que nosotros sabemos que es cierto -si valoramos más pertenecer al grupo que ser-, no alcanzaremos la autenticidad.

Para alcanzarla son necesarios el coraje y la independencia,
las personas auténticas constituyen una minoría,
pero, también la constituyen las personas felices;
y las que gozan de una buena autoestima;
y las que saben amar.
Las personas que gozan de una alta autoestima,
como no tienen miedo de ser quienes son, de vivir auténticamente,
a veces despiertan la envidia y la hostilidad de quines están más atados a las convenciones.

A veces, en su inocencia, se asombran de esta reacción, y quizás se sientan heridos por ella; pero no por eso desisten de su compromiso con la verdad

Las personas que disfrutan con su propio entusiasmo también disfrutan con el de los demás.
Las personas que practican la franqueza al hablar aprecian la franqueza en la conversación con los otros.
Las personas que se sienten cómodas diciendo sí, cuanto quieren decir sí, y no cuando quieren decir no, respetan el derecho de los otros a hacer lo mismo.
Las personas auténticas tienen amigos mejores y más dignos de confianza, porque saben que pueden apoyarse en ellos, y porque los instan a igualar su autenticidad.



Mas claro AGUA!!!!

y tú? eres honest@?

3 comentarios:

  1. Desgraciadamente, parece que la autenticidad, la honestidad.... andan cada vez más lejos y cada menos personas la practican... pero lo bueno es que mucha, mucha gente es así. Honesta y autentica. Esa gente vale la pena, como la vale perderse por este blog. un beso

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  2. La pregunta final creo que puedo contestarla: creo ser honesto. Lo de ser auténtico en cambio tiene muchas caras y aristas que no se contienen todas en los argumentos que enumeras. Uno también procura serlo, pero el tener cuidado con los demás obliga a modular mucho más de lo que uno desearía la expresión de la autenticidad. Dicho de la manera más breve y condensando el mensaje sin deformarlo.....

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  3. Bueno de ahí el "cambio" o como diría nuestra Ruth, "el plan de reconstrucción de los cimientos de la casa". Cuando llega el día en que todo pierde el sentido, uno se sitúa y busca su propia verdad y de eso, creo, sabemos un poquito ¿no? Besines.

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